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Voy a contarte una parte de mi historia...

Hoy creo firmemente en el poder y el valor de todo lo que somos y podemos aportar al mundo desde lo que nos hace diferentes y únicos,
pero no siempre ha sido así.

Yo estaba súper convenida de estudiar Psicología, pero no tenía ni idea de qué hacer después. Tener que especializarme sin tener nada claro me generaba tal presión —también estaba atravesando una serie de odiseas personales— que, para no equivocarme, decidí pausar la carrera y darme tiempo para conocerme mejor y entender qué quería realmente para mí. Fui a vivir un tiempo al Reino Unido con la esperanza de encontrar respuestas, pero, aunque fue un viaje que me transformó a nivel personal, no volví con claridad en lo profesional. Finalmente, elegí Psicología de las Organizaciones e hice mis prácticas mientras trabajaba en restauración. Al poco tiempo, me surgió la oportunidad de gestionar un departamento de Recursos Humanos y lo cierto es que me gustaban muchas cosas de la gente y de mi rol, pero sentía que algo no terminaba de llenarme. 

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Empiezo a trabajar en una empresa

Recuerdo que me esforzaba mucho, que quería demostrar(me) que merecía esa oportunidad, pero, con el tiempo, fui dándome cuenta de que lo único que estaba haciendo era perseguir objetivos que no eran míos e intentar autoconvencerme de que, si no me sentía del todo satisfecha, no era porque ese no fuera mi lugar (respuesta incómoda, pero evidente) sino porque todavía podía hacer y ser más. Y con ese estándar inalcanzable y esa gran autoexigencia, intenté acallar esa voz interna que me decía que algo no iba del todo bien.

Pero estar en esa tensión e incomodidad interna constante no es sostenible, y llega el COVID y dejo la empresa. Al poco tiempo, empiezo a colaborar con una entidad de educación emocional (la RIEEB) —la cual ya siento más cercana a mis intereses— y allí empiezo a ver cómo otros construyen su camino con su emprendimiento y me empapo de la idea de autonomía, coherencia y libertad que me transmite todo eso. Decido emprender y arranco un proyecto sobre bienestar emocional.

Pasan los meses —y los años— y vuelvo a caer en horas y horas de trabajo y vuelvo a desconectarme. Me gustan muchas cosas que hago, pero sigo sintiendo que falta algo. Y esa sensación es de las cosas más frustrantes y molestas que he sentido nunca.

Cansada de ir en piloto automático, me doy cuenta de que no me reconozco en lo que hago, y de que tiene que haber algo más que me ayude a saciar mi hambre de aportar algo al mundo, pero me da miedo escucharme y encontrar una respuesta que me separe de la estabilidad que quiero construir. Ya he apostado mucho, y no quiero seguir dando tumbos...

¡Me hago autónoma!

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Para contártelo, primero debo hacerte una confesión...

Me faltaba algo, pero... ¿el qué?

Yo siempre he sido una ávida lectora con un imaginario muy activo y con muchas ganas de escribir sobre todo aquello que me atraviesa cuerpo, mente y corazón.

Siempre he dicho que leer y escribir te permite vivir muchas vidas en una, y siempre tuve la sospecha de que eso tenía que encerrar mucho sobre crecimiento personal y resiliencia. Cada vez que ponía sobre papel aquello que experimentaba en mi día a día o leía sobre otros personajes que vivían sus propias ordalías, sentía que se gestaban dentro de mí nuevas perspectivas que me permitían no solo analizar situaciones de forma más amplia, flexible y compasiva, sino también encontrar posibles soluciones. Y sabía que eso tenía que ser un factor de regulación y resiliencia que quería explorar. 

Cuanto más leía sobre el tema —y más generaba mis propias opiniones al respecto—, mayores eran mis ganas de dedicar mi tiempo, mi experiencia y mi conocimiento a ello. Sabía que esa forma de acompañar realidades, conflictos y personas tenía que ser muy potente para quienes tuvieran mi mismo amor por las historias. Pero, claro...

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¿Cómo encajaba eso en mi profesión y en aquello que ya había construido?

 

Pero, como muchas emprendedoras, saboteé mis propias ideas y minimicé el valor que podía aportar porque me daba miedo creerme mi propio sueño. Y me sumergí en un relato que me desproveía de una gran herramienta: mi capacidad de decidir y de hacerme autorresponsable. Y eso me colocaba en la posición de víctima de mis circunstancias y de todo lo que creía sobre mí misma y sobre la forma de funcionar del mundo: “las personas no verán serio que les hables de relatos o viajes de ficción”; “esto está bien para tu tiempo libre, pero ya”; “cómo vas a emprender tú, si no sabes nada de redes ni ventas”; “¿cómo voy a cobrarle a alguien y entregarle un valor que lo justifique?”. Todas estas creencias e inseguridades que proyecté en los demás, empequeñecían mi sueño, y me empequeñecían a mí. 

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Pero yo no era una víctima; simplemente estaba eligiendo mirar hacia otro lado para no afrontar algo que me daba mucho miedo: alzar la voz y que alguien me escuchara.

El despertar que sentí fue tan fuerte que hizo que, poco a poco,

me atreviera a compartir aquellas ideas con mi entorno más cercano.

Mirar hacia otro lado era la opción fácil y cómoda; al menos durante un tiempo, porque, cuando sientes un llamado tan fuerte, ignorarlo solo genera sufrimiento y desconexión, y los costes y el malestar de la inacción nunca tardan en llegar. Así que llegó un día en el que me cansé de someterme a mí misma a esta insatisfacción y decidí emprender, pero de verdad; decidí poner un altavoz a mi mundo interno, a mis ideas, y a aquello que yo creía que podía aportar.

​Y el camino no ha sido fácil, porque de por medio ha habido mucho de…

Procrastinación

Soledad

Miedo a la exposición y al juicio ajeno

Síndrome de impostora

Pánico a invertir y apostar por mis ideas

Miedo a accionar

Rigidez y autoexigencia

Amor-odio hacia las redes

Poca tolerancia a la incertidumbre

Parlásis por el análisis

Pero seguí adelante, porque confiaba en lo que podía aportar.

Y esa confianza solo puede dártela la claridad de saber lo que quieres y de conocer los rincones de ese mundo interno desde el que proyectas hacia fuera. Y eso implica autoconocimiento. Si no conectamos con nuestra esencia, nuestro emprendimiento carecerá del volumen y de la fuerza necesarios para llegar a quienes lo necesitan.

A veces, nos contamos que aquello que llevamos dentro no es tan importante, valioso o impactante como para mostrarlo al mundo. A veces, es porque nos saboteamos; otras, porque no tenemos claridad; y, otras, porque tenemos miedo a exponernos y no obtener la validación que esperamos. Y eso nos hace procrastinar y transmitir mensajes más bien basados en lo que creemos que los demás esperan o quieren oír. Y nunca nos sentimos completamente listas o preparadas para abrirnos al mundo. Y esto se convierte en el mayor antagonista del elixir y del valor que tienes para aportar a los demás, ese que nace de tu historia y de la esencia de lo que eres y que solo tú puedes compartir, porque nadie más ha vivido lo que tú has vivido. Y ese es tu gran poder y tu valor diferencial.

Creo mi emprendimiento

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El mundo necesita y merece conocer tu historia, pero solo tú puedes contarla. 

Por eso decidí crear Narrative Brains, un espacio para esas mentes y corazones que siguen refugiándose en su mundo interno y dejándose encarcelar por esas narrativas internas limitantes e inflexibles. Un espacio para que puedan transformarlas y reescribirlas y puedan vivir en consonancia con lo que son y con los objetivos que se propongan. Y, por supuesto, para que puedan vivir en bienestar.

Además, dada mi historia, también quiero acompañar a personas que quieren crear un proyecto propio pero que, por miedos, bloqueos, creencias o inseguridades, temen hablarle al mundo y responsabilizarse de todo aquello que pueden aportarle. Quiero que emprendan su propio viaje con la certeza de que merecen vivir de lo que aman y que el mundo merece beneficiarse de lo que ellas tienes para darle.

Y aquí te cuento algunas curiosidades sobre mí

  • Amo escribir y vivir en mi imaginario. No para evadir la realidad, sino para crear alternativas, vivir otras vidas a través de la escritura y ampliar mi forma de ver el mundo. Tengo dos novelas escritas, pero estoy en proceso de corrección.

  • Tengo una especie de obsesión con el número 17. Lo busco en todas partes (y me saco fotos con cada casita nº17 de cada pueblo que visito, y sumo los números de la lotería, cuando la compro, hasta que encuentro un 17 - y, evidentemente, nunca me toca).

  • No se puede ir conmigo a una papelería porque no solo pierdo el tiempo, sino también el dinero (¿es realmente una pérdida? Quién sabe. Pero en casa ya me han dicho que si entra otra libreta saldré yo por la puerta... Ups).

  • Me encantan las novelas de época, y detesto fuertemente cómo las películas que las llevan al cine las reducen al romanticismo (si has leído libros de Jane Austen -la amo-, sabrás que hay mucho de reivindicación detrás, no siempre visibilizada).

  • Mi relación con el mar es digna de estudio. Pocas cosas me generan tanta calma y bienestar como observarlo y pasear cerca de él... Y, a su vez, pocas me generan tanto miedo como sumergirme en sus aguas. El famoso binomio miedo-admiración...

  • Cuando sea mayor, quiero tener una gran biblioteca en mi casa y escribir, descansar y empaparme de muchas cosas allí dentro.

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Y aquí te comparto mi CV más formal...

Formación

Graduada en Psicología por la Universidad de Barcelona (UB) 
Máster Oficial en Ciencia Cognitiva y Lenguaje por la Universidad de Barcelona (UB) 
Máster en Inteligencia Emocional y Coaching en el Entorno Laboral por la Universidad de Barcelona (UB)
Máster Online en Dirección de Recursos Humanos (IPESE)
Practitioner de Programación Neurolingüística por el Institut Gestalt
Curso de Terapia Narrativa por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)

Experiencia

  • LinkedIn

Cuando finalicé la carrera, me dediqué a la psicología organizacional, que ejercí desde el rol de la figura de Recursos Humanos. Tras finalizar esta etapa laboral, empecé a colaborar con entidades del mundo de la educación emocional (desde la figura de coordinación de proyectos y formación) y arranqué con Narrative Brains.

En estas entidades, ejerzo roles como:
- Coordinadora y formadora del Posgrado de Coaching y Liderazgo Emocional de la RIEEB (Red Internacional de Educación Emocional y Bienestar; www.rieeb.com).
- Vocal de la Junta Directiva de la RIEEB y Coordinadora de proyectos.
- Coordinación de tutorías y tutora de proyectos finales de posgrado y máster de FEEM (Formaciones en Educación Emocional y Bienestar; www.ineew.com/feem).

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